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La Educación Emocional tiene como objetivo mejorar la calidad de vida de las personas a partir del desarrollo de habilidades emocionales (autoconocimiento, autocontrol, empatía, motivación y habilidades sociales), mediante el acompañamiento y apuntalamiento de la persona en el ejercicio y perfeccionamiento de las mismas. La EE es un proceso que requiere de tiempo y dedicación desde la temprana edad hasta la vejez, considerando todos los contextos donde se desenvuelve el ser humano familiar, social y educativo.

La fundamentación de la Educación Emocional -hoy tan en auge- está en el concepto de emoción, neurociencia, psiconeuroinmunología, teoría de las inteligencias múltiples, inteligencia emocional, entre otras.

En la actualidad se considera la Educación Emocional como una estrategia de promoción de la salud, ya que la prevención de los efectos nocivos de los problemas emociones se puede entender como un aspecto de la educación para la salud.
Entendiendo que la emoción tiene tres componentes: neurofisiológico, conductual y cognitivo, podemos aseverar que ellas son las que nos organizan para la acción y para la construcción de estructuras adaptativas nuevas, como así también guían, ayudan a mejorar la toma de decisiones y la resolución de problemas. Por ello debemos “educarlas”, así ayudaremos a niños, adolescentes
y/o adultos a lograr un crecimiento sólido, sobre bases firmes; potenciando sus recursos y habilidades, sabiendo que –en estos tiempos- no basta con la enseñanza curricular, hace falta“proveernos” con algo más… La Educación Emocional marcará esta diferencia.